Hacia mediados de la decada de 1950, el arte abstracto se transformó en una tendencia dominante en el escenario cultural latinoamericano. Numerosos artistas encontraron en su riguroso vocabulario elementos de expresión, mientras que la representación de líneas y estructuras geométricas desbordó los cuadros y se filtró en la vida cotidiana a través de afiches y murales.