Con qué íntima historia me he encontrado. Ha pasado algún tiempo desde que sus personajes se la reservaron para sí mismos, y darles nombre no contribuiría en nada al deguste de sus notas agridulces, sino que desviaría demasiado su consigna de sumergirla en el olvido. Hoy nos llega la historia de la mano de Clara de Tezanos y a través de su foto libro Por Maniobras del Terceto, auto publicado este año.
A Clara –como veremos-, la podremos conocer mucho más por este libro que por su extensa e intensa participación en exhibiciones fotográficas, ya sea en calidad de artista o de curadora. Por Maniobras del Terceto –junto con su último libro, Piedra-Padre, Universo (2017)- envuelve una propuesta tan disruptiva en la práctica de la artista que acaba por volver la mirada no sobre la fotografía, sino sobre sí misma. Pero ¿cómo pueden convivir en una única narración la primera historia y las atenciones autobiográficas de la autora?
Las fotografías reunidas en Por Maniobras del Terceto provienen tanto del archivo personal de la artista (construido durante más de 10 año) como de sus álbumes familiares. Las fotos presentan temas minerales y vegetales (venidos de la tierra), celestes y representaciones canónicas de la feminidad, para las cuales se ha prestado la propia Clara. Pero estos autorretratos están lejos de ser autorreferenciales: la edición y el montaje y remontaje de las fotografías llevan a cabo un entrelazamiento unificatorio de la autora con sus antepasados y con su posición en el Universo al punto de hacerlos indistinguibles.
La autora, los personajes familiares y el propio Cielo se intercalan, yuxtaponen y sobreponen, no para relatarnos qué es lo que ha sucedido (eso que se ha decidido sumergir en las aguas del olvido, pero que podemos intuir), sino para acercarnos a su reconocimiento. Y es sólo la identificación y desidentificación con los personajes y motivos representados lo que nos permite aproximarnos a todos implicados simultáneamente, al tiempo que propone a ese arreglo de imágenes como método de navegación genealógica y como manera de reclamar la historia familiar como historia propia. Con todo, no es de sorprender que encuentre en este ensayo fotográfico en descomposición de cualquier intento de construir una genealogía natural. Clara ha asumido todos los nombres ausentes en un único gesto; se ha extendido hasta apropiarse plenamente de todas las figuras maternas con la misma intensidad que lo hizo, en su momento, con las paternas (Piedra-Padre, Universo). Para Clara, nada de su padre ni de su madre le es ajeno, y se ha fugado ha sido sólo para presentarnos a aquellos que son ella misma.