ALTAR TACUBA

ALTAR TACUBA

Editorial:
SALARIO DEL MIEDO
Año de edición:
Materia
Fotografía
ISBN:
978-607-97280-1-4
Páginas:
106
Encuadernación:
Rústica
$250.00 MXN
IVA incluido
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Al habitar llegamos solamente por medio del construir, opinaba el filósofo alemán Martin Heidegger. Habitar la casa, la ciudad, es construirlas y construir a su nombre. René Velázquez de León habita en la forma que el filósofo proponía. Habita como quien construye. Su casa se extiende por el barrio: Tacuba. El habitante no ignora su entorno, lo vive, lo disecciona, lo retrata y va más allá: lo vuelve a construir. A través del diseño, de la imagen y de las palabras recrea su lugar y le edifica un altar laico. El Altar Tacuba. René Velázquez de León pasa del diseño a las letras. El creador del emblemático diseño de la editorial y de proyectos como Moho y Nitro Press, crea una serie de viñetas que deambulan entre el relato, el ensayo literario y la crónica, el sello de la casa editora. Cada relato corto -o murmullo, como los define Guillermo Fadanelli en el prólogo- es un vistazo al barrio, aunque no siempre hable de él. La materia prima es la ciudad. La herramienta primordial no son las letras sino los zapatos. El hombre retrata porque camina. La locomoción produce recuerdos. La ciudad es entrañable, no por bella sino por caótica. Un epígrafe introduce los relatos del libro. Una frase del maestro del horror H.P. Lovecraft: ?El hombre que conoce la verdad está más allá del bien y del mal. El hombre que conoce la verdad ha comprendido que la ilusión es la realidad única y que la sustancia es la gran impostora?. Recorriendo las páginas como calles, pasamos del horror a la alegría, de la algarabía al desasosiego, de la solemnidad al sinsentido, para encontrarnos con la basura, los puestos ambulantes, un hipopótamo y un maestro zen, elementos que, a pesar de estar fuera de lugar en la urbe, no sorprenderían tanto en la desquiciante Ciudad de México. Pero el autor de Altar Tacuba es optimista. Si todo existe en la ciudad, también lo hace la dignidad y la alegría. Donde florece la mugre también crece la esperanza. La nostalgia sirve entonces para crear una ciudad nueva. Y el registro de la memoria, para no olvidar lo que fuimos, para saber lo que queremos ser