Al igual que en proyectos anteriores, Arnoldo Kraus y Vicente Rojo invitan a la aventura con palabras y colores, con verbos y líneas. Rojo no es un ilustrador, sino un cómplice lector con Kraus en el afán por hacer el inventario del mundo. El ensayista explora etimologías y hábitos esenciales, desmonta uno a uno sus argumentos y los vuelve a armar con belleza, sabiduría y sensibilidad, componentes que son igualmente del artista plástico: la suya es una casa de muñecas donde el pequeño tapete nos da la bienvenida: por sus ventanas, espejos del alma, se ven los pájaros como amos del aire que a todos nos dan vida; sus muros nos protegen y resguardan. Nos dan identidad.