Nadie conoce realmente la Ciudad de México. Hay tantas ciudades de México como habitantes tiene. Cada uno vive una ciudad diferente, según sus actividades, sus rutas, sus costumbres. A lo largo del tiempo, millones de decisiones parciales, más o menos afortunadas, la han ido modificando, dándole una forma informe, imposible de captar como forma, mas no como sistema, como organismo, como el exoesqueleto del hombre urbano, que carcome el territorio. Una costra insensible que destruye lagos, campos y bosques; que reseca, desertifica y mata. Detener el crecimiento de la Ciudad de México es imposible. ¿Conducirlo?