"Una escritura que habla del otro que habita en nosotros mismos." Así caracterizó recientemente Jean-Michel Maulpoix a la obra de Henri Michaux (1899-1984), que alguna vez definió a su propia literatura como un "recorrido": "Escribo para recorrerme. Pinto, compongo, escribo: me recorro. Es la aventura de estar en la vida." Dialogo internamente consigo mismo, la poesía de Michaux traza una travesía hacia los paisajes en que se despliega el "espacio interior "del ser: la imposibilidad de estabilizar la relación entre el ser y sí mismo, el sentimiento de una privación irremontable, de una idecuaciónentre el yo y el mundo.La colección de poemas, anotaciones y aforismos reunidos bajo la señal Desplazamientos pertenece a los textos tardíos del autor, escritos probablemente entre los años 70 los años 80. Michaux ya no vio su publicación. Como la mayoría de los títulos de sus obras, éste también privilegia la travesía, la exploración, el movimiento. Michaux vuelve aquí a sus temas distintivos: una ciudad que lo ha dejado de habitar, la circulación de espacios imaginarios, la observación de la locura. No falta, por supuesto, su gram preocupación: el significado del signo pintado. Michaux es inconcebible sin la pintura y, en cierta manera, la pintura del siglo XX sería distinta sin él.