El poder de consagración en el campo artístico mexicano expone que las relaciones sociales que se gestan entre artistas, críticos, galeristas y funcionarios culturales constituyen el fundamento de legitimación o consagración cultural de toda obra de arte. Desde la década de los veinte hasta la década de los sesenta (s. XX), innumerables testimonios históricos ejemplifican la construcción de consensos y disensos referidos a la definición y atribución de los valores estéticos que corresponden a los distintos paradigmas artísticos. Con el propósito de conquistar, ejercer o disputar el poder de consagración, los agentes recurren a la praxis política, esto es, a su asociación y movilización concertada. De ahí, que la historia del campo artístico no se explique sin la constitución de grupos, tendencias, movimientos que se movilizan discursivamente (declaraciones, textos, movimientos, grupos), con el fin de consagrar el paradigma artístico que representa sus intereses económicos y simbólicos.