Suele decirse que en los enfoques filosóficos políticos y en la aproximación de la teoría social la ciudad es tratada como una entidad abstracta y sin fundamentos real. Conceptos y procesos parecían vagar en los textos sin el anclaje que la realidad de espacio y tiempo les proporcionaban de manera esencial. Ahora se trata de pensar de manera integrada reuniendo las dimensiones de espacio que se pretende fundar y los tiempos plurales de la vida urbana. Sobre todo porque los problemas morales y políticos que la ciudad plantea a sus habitantes son bien concretos, tienen nombres y apellidos, no son abstractos salvo para ocultar a los responsables de la ordenación territorial la llamada burbuja inmovilidad o la separación entre zonas protegidas y cerradas y la gran intemperie de las casas de los pobres que forman la mayoría del mundo habitado.