Son muy pocos los precedentes del muralismo femenino en Mexico: en 1929 la norteamericana Ione Robinson trabajo como asistente de Diego Rivera en Palacio Nacional, y en 1930, Isabel Villasenor asitio a Alfredo Zalce en el mural externo para una escuela rural. En ambos casos, sin embargo, fueron los hombres quienes disenaron y dirigieron por completo la obra. Entre 1933 y 1936, Marion y Grace Greenwood, dos hermanas de Brooklyn, Nueva York, pintaron cinco murales en Mexico, y esto las convirtio en las primeras autenticas mujeres muralistas en el pais.