El mundo es una suma de conjuras. Todo acto malabar, de acrobacia o trapecismo, conlleva implícita cierta dosis de magia. Una prestidigitación de lo antiemblemático. Que pugna por borrar los equívocos. Disipar la línea que escinde lo mundano del conocimiento. Todo acto de magia también propone una pérdida. La conjura provoca desfallecimiento. La función del triángulo se ha revertido. En un inicio aludía a un nexo con lo divino. Ahora ocupa el epicentro de las relaciones de poder. El triángulo es una exhibición de poder y astucia. La solvencia de alteridad.