En palabras del propio Quignard, «los Pequeños tratados fueron inaccesibles durante mucho tiempo. Comenzados en 1977, acabados en 1980, rechazados por numerosos editores, los ocho volúmenes tuvieron que esperar hasta 1991 para aparecer en su integralidad. […] No son ni ensayos ni ficciones. No caben en ningún género. Son breves argumentos desgarrados, contradicciones que se dejan abiertas, manos negativas, aporías, fragmentos de cuentos, vestigios. […] Siempre he amado las cosas rechazadas. Se ha convertido casi en una segunda naturaleza. Miramos desde lo alto lo que despreciamos, cuando el tesoro que queda del mundo humano es tal vez lo que éste ha repudiado».