El lector de esta obra podrá apreciar una obra plástica plena de dignidad y grandeza,; un arte que invita a la reflexión. Y es que una vez despojadas de elementos narrativos, accesorios o decorativos, las figuras sedentes del maestro Martínez nos lanzan preguntas sobre el origen de un ser que se autodenomina humano, el sentido de la historia, las relaciones amorosas, la vida y la muerte. Las enormes corporeidades nos envuelven en una apacible atmósfera de interioridad y en la superficie de su piel reposa la memoria de un pasado que se vuelve tierra, trazo y luz que se derrama en todo el cuadro.