El trayecto que se narra en el libro "SAKURA" de Alonso Cartú, fue un camino planeado con el fin de intervenir la primavera y capturarla en un ensayo fotográfico, para después, entre sus páginas, entregar la posibilidad de revivir este peregrinaje e inspirar al lector para que voltee su mirada a Oriente y sienta la necesidad de embarcarse en la travesía hacia la tierra del sol naciente, en la búsqueda de un diálogo personal entre los sentidos y la naturaleza.
No existe un sentimiento que se compare con aquel que provoca el inicio de una aventura en un lugar desconocido. El primer acercamiento a Japón es confuso, ya que los fenómenos naturales, culturales y plásticos que suceden en él se resumen en una calculada incertidumbre, en la que el misterio y la sorpresa batallan y colaboran, absorben en un mismo país escenarios aparentemente contradictorios.
Después de conocer las ciudades principales de la isla es importante recluirse en alguno de los templos de Koyasan, la montaña sagrada, para esperar en soledad y silencio la entrada de la primavera. Aun al final del invierno, cuando el frío todavía es latente, se puede oler y sntir la llegada de los nuevos comienzos, que la naturaleza trae cíclicamente y se hacen evidentes en la paleta cromática del paisaje japonés.
No hay palabras para describir la primera vez que se descubre Tokio envuelto en las nubes blancas y rosas de los cerezos en flor. Sentir melancolía es inevitable, tal vez este espectáculo de la naturaleza es capaz de revelar añoranzas personales que aún creíamos desconocidas.