AA.VV
A lo largo de tres décadas de trabajo, Silvia Gruner ha centrado su práctica en la relación cuerpo-identidad con las dificultades que conlleva toda exploración poética anclada en la subjetividad. Para ello se ha servido del potencial simbólico de artefactos y entornos culturales con el ánimo de confrontar el papel tradicional que juegan éstos dentro del imaginario colectivo y sin perder el hilo del significado que adquieren dentro de un ámbito personal. El cuerpo (su cuerpo) ha estado siempre presente como elemento fundacional en tanto entidad que define lo privado y lo colectivo, compaginando aspectos psicológicos y privados con preocupaciones de orden político-social. El trabajo de Gruner surge de un ímpetu paradójico hacia el exceso y la austeridad, elaborando enunciaciones laberínticas desde el registro del tiempo cíclico, aquel que no se construye en una progresión lineal de hechos, sino en idas y venidas, desviaciones y rituales que se repiten generando signos fluctuantes.
Formada como escultora con una inmersión paralela aportada por el cine experimental y el cine de autor, realizó tempranas exploraciones performáticas registradas en película Súper 8 y en video bajo la influencia del feminismo de la llamada segunda ola y del arte post-conceptual. A principios de los años noventa, su práctica multidisciplinaria no sólo inyectó vitalidad a las propuestas heterodoxas de una generación de artistas y curadores que durante esa década transformaron la escena del arte en México, sino que contribuyó de manera significativa a la formulación de debates críticos que replantearon la proyección de un ideario nacional alternativo a las construcciones de poder del estado-nación.
Esta exposición reúne una selección de películas, videos, videoinstalaciones, fotografías y esculturas del vasto cuerpo de trabajo de la artista, tejiendo vinculaciones entre territorios ocupados por preguntas consideradas a partir del delirio, la ironía, el humor y el deseo. Hemisferios (2014), pieza que surge de la acción de tramar los jardines de su propio lugar de residencia con un patrón ortogonal y otro caótico, establece el tono y la dirección de la muestra, evocando una serie de narrativas míticas en las que el tiempo, el espacio, los acontecimientos del día a día en la vida de la artista y la historia del arte, se unen para tejer una singular unidad compuesta por líneas y fragmentos.