La Tabaski, primera entre las fiestas musulmanas, toma en Guet N’dar, populoso barrio de pescadores en la desembocadura del río Senegal, un cariz particular: una mañana al año, a algunos pasos de la playa y entre la solemnidad y la algarabía, se degüellan carneros por millares.Alain-Paul Mallard estuvo ahí para vivir semejante asalto a los sentidos. A caballo entre el reportaje fotográfico y la fotografía de autor, entre la crónica antropológica y la introspección profunda ante la sorprendente alteridad, Tabaski nos arroja a un insólito rincón del mundo, abigarrado, brutal y también bello. En la presente obra, primer libro fotográfico de un maestro de la prosa, corren parejas la imagen y la palabra, ambas excepcionales.